Durante casi tres décadas, un extraño patrón parecido a un arácnido en Europa, la luna de Júpiter, ha desconcertado a los científicos. Ahora, una nueva investigación publicada en The Planetary Science Journal sugiere que la misteriosa estructura, denominada Damhán Alla (“araña” o “demonio de la pared” en irlandés), no se formó a través de actividad extraterrestre, sino de un proceso sorprendentemente terrestre: el impacto de un asteroide que expuso el agua del subsuelo.
El misterio de larga data
En 1998, la nave espacial Galileo de la NASA detectó por primera vez la extraña forma dentro del cráter Manannán, un lugar de impacto de 22 kilómetros de ancho en la capa helada de Europa. Las teorías iniciales proponían que la inmensa gravedad de Júpiter o los respiraderos hidrotermales eran los responsables. Sin embargo, ninguna explicación explicaba completamente el intrincado patrón dendrítico. La falta de una respuesta sólida persiste porque Europa es considerada uno de los lugares más prometedores del sistema solar para la vida extraterrestre, lo que significa que cualquier característica geológica inusual merece un escrutinio profundo.
Las analogías terrenales proporcionan pistas
Los investigadores establecieron paralelismos con las “estrellas de lago”: patrones oscuros en forma de araña que aparecen en los lagos congelados de la Tierra cuando cae nieve y el agua se filtra a través de las grietas del hielo. Al recrear condiciones similares en el laboratorio, demostraron que la “araña” de Europa probablemente se formó cuando el impacto de un asteroide fracturó la capa helada de la luna, permitiendo que el agua salada subiera y se congelara en un patrón distintivo. Este proceso es análogo a cómo se forman las “arañas” marcianas mediante la sublimación del hielo de dióxido de carbono, lo que destaca cómo una dinámica de fluidos similar puede dar forma a características en diferentes mundos.
Implicaciones para la exploración futura
El descubrimiento tiene importantes implicaciones para la próxima misión Europa Clipper de la NASA, que llegará a Júpiter en 2030. La presencia de puntos de acceso al agua subterránea, como los que crearon Damhán Alla, podría indicar charcos de salmuera localizados debajo del hielo. Estas piscinas serían lugares privilegiados para buscar señales de vida.
“Características de la superficie como estas pueden decirnos mucho sobre lo que sucede debajo del hielo”, dice la autora principal del estudio, Laura Mc Keown. “Si vemos más de ellos con el Europa Clipper, podrían indicar charcos de salmuera locales debajo de la superficie”.
Esta investigación sugiere que podrían existir formaciones similares en forma de araña en otras lunas heladas, como Encelado y Ganímedes de Saturno, o incluso en el planeta enano Ceres. Al estudiar estas características, los científicos esperan descubrir más conocimientos sobre los océanos ocultos y la habitabilidad potencial de estos mundos distantes.
La revelación de que la característica arácnida de Europa es un proceso natural, más que una anomalía extraterrestre, no disminuye el potencial de la luna para la vida; simplemente refina nuestra comprensión de cómo buscarla. La conclusión clave es que incluso paisajes aparentemente extraños pueden ser moldeados por fuerzas geológicas familiares, ofreciendo caminos tangibles para futuras exploraciones.
































