Hace doce millones de años, una erupción catastrófica en Yellowstone enterró América del Norte bajo cenizas, creando un paisaje de devastación. Sin embargo, nueva evidencia fósil muestra que los perros grandes que aplastaban huesos no solo sobrevivieron a este desastre sino que acecharon activamente los restos de otros animales, incluidos los rinocerontes. El descubrimiento desafía las suposiciones sobre cómo responden los depredadores superiores al colapso ecológico.
“Rhino Pompeii” proporciona pistas inesperadas
Las huellas se encontraron en Ashfall Fossil Beds en Nebraska, un sitio apodado “Rhino Pompeii” debido a sus esqueletos notablemente conservados de rinocerontes Teleoceras, víctimas de la erupción de Yellowstone. Hasta ahora, los paleontólogos no habían encontrado pruebas definitivas de la existencia de grandes carnívoros en el sitio, a pesar de la abundancia de presas. Las huellas recién descubiertas, que miden hasta 3,2 pulgadas de largo, coinciden con las de cánidos extintos como Aelurodon taxoides y Epicyon saevus. Estos depredadores eran lo suficientemente poderosos como para aplastar huesos, al igual que las hienas modernas.
Un invierno volcánico y la resiliencia de un depredador
La supererupción de Yellowstone habría sido apocalíptica. Según Ashley Poust, curadora del Museo Estatal de la Universidad de Nebraska, la ceniza llovió a lo largo de más de 1.000 millas, asfixiando los cielos, enterrando la vegetación y asfixiando a los animales. La magnitud del evento habría creado un “invierno volcánico” prolongado, haciendo la supervivencia excepcionalmente difícil. Sin embargo, las huellas de los perros están superpuestas sobre los esqueletos de los rinocerontes, lo que indica que los depredadores sobrevivieron a sus presas en al menos algunas áreas.
Por qué esto importa: colapso ecológico y supervivencia
La supervivencia de los principales depredadores después de un evento tan catastrófico es inusual. Las cadenas alimentarias colapsan cuando los productores primarios y los herbívoros son eliminados, dejando a los carnívoros sin sustento. Poust sugiere que los perros pueden haber hurgado en cadáveres enterrados, esencialmente utilizando la zona del desastre como un depósito de alimentos a largo plazo. Esto plantea dudas sobre la adaptabilidad de los depredadores y si algunas especies pueden explotar condiciones extremas mejor de lo que se pensaba anteriormente.
Evidencia públicamente visible
Las huellas, descubiertas en 2014 y 2023, no son un secreto. Los visitantes del Parque Histórico Estatal Ashfall Fossil Beds pueden verlos de primera mano, y el equipo de investigación incluso ha realizado escaneos láser de las huellas a la vista del público. El Museo Estatal de la Universidad de Nebraska también incluye a Epicyon entre los animales conservados en el sitio.
Un abrevadero prehistórico convertido en cementerio
Antes de la erupción, el noreste de Nebraska se parecía a la sabana africana, con un lago estacional que atraía diversa vida silvestre. Rinocerontes, camellos, caballos, tortugas y pájaros se reunieron en este abrevadero. La lluvia volcánica transformó este oasis en una fosa común, preservando una instantánea de la vida momentos antes de que se extinguiera. Las huellas de los perros sugieren que incluso después de esto, algunos depredadores prosperaron explotando la abundancia de presas en descomposición.
Los hallazgos completos aún están bajo revisión por pares, pero la evidencia sugiere que la erupción de Yellowstone no solo creó un paisaje de muerte; también presentó una oportunidad para que ciertos depredadores sobrevivieran e incluso prosperaran en el caos.
