Blue Origin logró otro hito importante en su búsqueda del dominio de los vuelos espaciales: aterrizar con éxito su cohete propulsor New Glenn después del lanzamiento del jueves. Esta hazaña, aunque impresionante por sí sola, tiene un peso particular porque coloca a la incipiente empresa directamente en competencia con el líder ya establecido: SpaceX.
El aterrizaje exitoso de “Never Tell Me the Odds”, el nombre del refuerzo elegido por los empleados de Blue Origin, se produce pocas semanas después de que un esfuerzo similar terminara en un aterrizaje fallido en enero. Esto convierte al New Glenn en el segundo cohete de clase orbital que logra aterrizar con éxito su propulsor, siguiendo los pasos del Falcon 9 de SpaceX, que domina esta maniobra desde 2013.
Aterrizar estos enormes propulsores es más que una simple exhibición llamativa; reduce drásticamente los costos de lanzamiento al permitir la reutilización.
“El New Glenn es el cohete que, por el momento, parece más prometedor para competir contra el casi monopolio que SpaceX ha podido adquirir en el mercado de lanzamientos de carga media y pesada”, afirmó Greg Autry, rector de comercialización y estrategia espacial de la Universidad de Florida Central. Esto subraya la importancia estratégica que Blue Origin está otorgando a la reutilización de los propulsores, ya que su objetivo es hacerse con una mayor participación en el lucrativo mercado del transporte espacial.
El cohete New Glenn, que mide casi 190 pies de alto y 23 pies de diámetro, se eleva sobre su competidor Falcon 9 (que mide 135 pies de alto y 12 pies de ancho). Aterrizar un propulsor tan grande presenta un desafío técnico adicional. “Recuperar un cohete de clase orbital es increíblemente difícil”, comentó Jon Edwards, vicepresidente de vehículos de lanzamiento Falcon de SpaceX, felicitando por el logro a través de X (antes Twitter).
Los ambiciosos planes de Blue Origin
Este exitoso lanzamiento no se trató únicamente de una recuperación de refuerzo. El objetivo principal era desplegar ESCAPADE, una misión de la NASA que consta de naves espaciales gemelas encargadas de estudiar los campos magnéticos de Marte y las interacciones de partículas cargadas.
Estas dos naves espaciales idénticas, acertadamente llamadas “Azul” y “Oro”, ejecutaron por primera vez una maniobra alrededor del punto Lagrange-2 en el espacio (un área gravitacionalmente equilibrada entre la Tierra y el Sol). A finales de este mes, utilizarán la gravedad de la Tierra como una resortera para impulsarse en una trayectoria hacia Marte.
Si bien Blue Origin ha celebrado con fervor los hitos de su reciente lanzamiento (“Lanzamiento, aterrizaje, repetición: comienza hoy”, declaró Eddie Seyffert, comentarista de Blue Origin durante la transmisión en vivo), SpaceX sigue siendo la fuerza dominante en los vuelos espaciales comerciales. A pesar de estar al borde de la bancarrota antes de lograr su primer lanzamiento exitoso de un cohete en 2008, SpaceX obtuvo lucrativos contratos de la NASA para el transporte de carga y astronautas a la Estación Espacial Internacional y desplegó miles de satélites de Internet Starlink. Sus propulsores Falcon 9 se han recuperado más de 500 veces, y algunos modelos superan los 30 lanzamientos cada uno.
El próximo calendario de Blue Origin incluye un gran módulo de aterrizaje lunar robótico programado para el próximo año. Los objetivos a largo plazo de la compañía son claramente ambiciosos: capturar una porción más grande del mercado dominado por SpaceX y al mismo tiempo avanzar en su constelación independiente de satélites de Internet para desafiar a Starlink, ahora rebautizado como Amazon Leo.
Este exitoso lanzamiento y aterrizaje en New Glenn es un testimonio de la dedicación de Blue Origin para dominar esta desafiante tecnología. Marca un importante paso adelante en su viaje para convertirse en un actor importante en el sector espacial comercial en expansión.
