Esta semana en ciencia, investigadores descubrieron una asombrosa “megaciudad araña” en una cueva de azufre en la frontera entre Albania y Grecia, lo que llevó a algunos expertos a sugerir en broma una reubicación. Al mismo tiempo, los expertos económicos están examinando la posibilidad de un colapso de una “burbuja de IA de billones de dólares”. Un nuevo estudio también destaca una conexión entre la actividad física y un menor riesgo de cáncer del sistema digestivo.
Más allá de estos avances, los astrónomos han documentado la llamarada de agujero negro más poderosa y distante jamás observada, mientras que los neurocientíficos están arrojando luz sobre por qué los recuerdos emocionales son particularmente vívidos. Por último, investigadores de la Agencia Espacial Europea (ESA) están reconsiderando la posibilidad de utilizar insectos cultivados como fuente de alimento sostenible, especialmente para misiones espaciales de larga duración.
Llamarada masiva de agujero negro: un evento cósmico
Buenas noticias para quienes temen caer en un agujero negro: las probabilidades de ser arrojado por el universo como energía pura son significativamente mayores que las de desaparecer por completo. Si bien los agujeros negros consumen materia, es un proceso sorprendentemente difícil, comparable a alguien que tira torpemente comida de la mesa. Cuando un agujero negro logra “comerse”, se produce una dramática explosión de energía llamada llamarada de agujero negro.
Un estudio reciente del Instituto de Tecnología de California, que analiza datos de la Instalación Transitoria de Zwicky, ha identificado la llamarada de agujero negro más poderosa y distante jamás registrada. Este evento emanó de un agujero negro supermasivo, estimado en 500 millones de veces la masa del sol. En particular, este es el primer caso en el que se observa un núcleo galáctico activo (AGN) consumiendo una estrella supermasiva.
En su punto máximo, la llamarada irradió la luz equivalente a 10 billones de soles. Debido a la distancia extrema (10 mil millones de años luz) y al efecto de dilatación del tiempo gravitacional de objetos tan masivos, los astrónomos están observando cuidadosamente la lenta atenuación de la llamarada a un cuarto de velocidad.
Por qué los recuerdos emocionales se quedan con nosotros
Es una experiencia común: los acontecimientos emocionales tienden a recordarse de forma mucho más vívida que los neutrales. Sin embargo, los mecanismos cerebrales subyacentes que impulsan este fenómeno siguen siendo algo misteriosos. Una nueva investigación de la Universidad de Chicago ha comenzado a desentrañar este enigma, sugiriendo que las experiencias emocionales aumentan la comunicación entre diferentes redes cerebrales.
Los investigadores volvieron a analizar de forma creativa conjuntos de datos existentes de estudios anteriores, aprovechando las grabaciones de la actividad cerebral de las imágenes por resonancia magnética funcional (fMRI) disponibles de los participantes que veían películas y escuchaban historias. Los investigadores utilizaron calificaciones de comportamiento, tamaño de las pupilas e incluso modelos de inteligencia artificial para evaluar la intensidad emocional de cada escena, y observaron que momentos como el intento fallido de un personaje de ocultar un cadáver a menudo provocaban fuertes reacciones.
Sus hallazgos revelan que los recuerdos emocionales no son producto de una única red cerebral que opera de forma aislada, sino que surgen de la interacción coordinada de múltiples sistemas, una especie de “orquesta” donde la excitación actúa como conductora, coordinando la actividad y facilitando la comunicación entre diferentes regiones. Como dice el autor principal Yuan Chang Leong: “El hecho de que recordemos un recuerdo emocional depende no sólo de la intensidad de la actividad en una región determinada, sino también de la eficacia con la que los diferentes sistemas se comunican y comparten información”.
Insectos: ¿una fuente de alimento sostenible para el futuro?
Durante años, los escritos científicos han promocionado a los insectos como la “fuente de alimento del futuro”, una proclamación que a menudo provoca comparaciones inmediatas con los desafíos del “Factor Miedo” de Joe Rogan. Sin embargo, dejando de lado cualquier reticencia inicial, una mirada pragmática a las limitaciones de recursos sugiere que los insectos son una opción viable para el sustento. La Agencia Espacial Europea (ESA) está explorando ahora la posibilidad de incorporar insectos cultivados en la dieta de los astronautas en misiones interplanetarias prolongadas.
Los insectos son ricos en nutrientes, fáciles de cultivar y, lo que es más importante, eficaces a la hora de convertir materiales no aptos para el consumo humano en alimentos nutritivos y de crecimiento. Åsa Berggren, profesora de la Universidad Sueca de Ciencias Agrícolas, explica que “los insectos parecen adaptarse bastante bien en entornos espaciales. Tienen una buena capacidad para resistir el estrés físico…” La idea no es consumir insectos enteros asados, sino utilizar ingredientes derivados de insectos, como harina rica en proteínas, en alimentos procesados.
Los hallazgos recientes en astronomía, neurociencia y ciencia de los alimentos ofrecen conocimientos fascinantes sobre el universo y nuestras propias mentes, al tiempo que impulsan la consideración de soluciones novedosas para una vida sostenible tanto en la Tierra como más allá.
